Queridos hermanos sacerdotes y diáconos, religiosas y seminaristas, queridos jóvenes que venís de tantos sitios de España y fuera de nuestra Patria, os saludo a todos en Covadonga, esta casa de María. Dear English-speak Brothers and Sisters, welcome to this house of Mary. Caríssimos Irmãos portugueses, bemvindos a esta casa de Maria. Chers frères et sœurs francophones, bienvenue dans cette maison de Marie. Cari Fratelli e sorelle italiani, benvenuti in questa casa di Maria. Liebe deutschsprachige Brüder und Schwestern, seid willkommen im Haus Mariens. Deseo que Dios llene vuestro corazón de su paz y sostenga vuestra andanza en los caminos del bien. Paz y Bien a todos al final de esta segunda JEMJ aquí en Cova-donga. La belleza de este inmenso valle del Auseva nos abre a una casa encendida y habitada que tiene forma de Santa Cueva. Ahí la Santina no ha dejado de mirar y acoger a tantos peregrinos que a través de trece siglos han venido a este lugar con sus lágrimas y sus sonrisas, sus sueños y pesadillas, para ser acogidos por el Señor y María que les esperaban. Hemos sido noticia en Asturias, en España y fuera de nuestras fronteras. Un encuentro de esta índole reuniendo a dos mil jóvenes no es algo habitual. Máxime si se trata de una reunión que no gira en torno a un evento musical (aunque tenemos un exce-lente coro y orquesta), ni es una cita deportiva (aunque vamos cada año subiendo de división superando las cifras pasadas), menos aún esto es una quedada para parafernalias procaces de corrupciones varias con gente que se dedica a la gobernanza basada en las mentiras, los robos abusadores y los divertimentos obscenos que no se pueden ni siquiera mencionar. Recuerdan el texto de Thomas Stern Eliot en sus Poesías Reunidas: dejaron al verdadero Dios por tres dioses menores como son el poder, el dinero y la lujuria. Es una radiografía precisa del momento que vivimos en este tramo de la historia cuando vemos cómo se comportan los que se alejan de Dios: el poder de sus prepotencias, el dinero de sus codicias y las lujurias de sus vergüenzas. Estamos preparando un docu-mento guía los obispos españoles que aborda el fenómeno de la pornografía. Nos sor-prendió cómo la iniciación a la pornografía más dura acontece a los 7 años en las niñas y a los 9 en los niños, sabiendo que este engaño pornográfico mata el alma y pervierte la mirada robando el horizonte de la pureza y la esperanza. Nosotros hemos vuelto a Covadonga para algo bien distinto. No sólo es la hermosura del lugar con sus bosques y las alturas que nos presiden en los Picos de Europa (además de la agradable temperatura que gozamos, pues sólo hemos sacado los paraguas para organizar las filas de la comunión), sino también la historia de un pueblo cristiano que nace en este enclave del que formamos parte siglos después, justamente aquí donde empezó una Reconquista. Esta es la llamada que se nos hace bajo la mirada y protección de la Santina de Covadonga: reconquistar lo que vale la pena, aquello que da gloria a Dios como Padre y que nos permite reconocernos como hermanos en Jesús su Hijo, para anunciar con la fuerza del Espíritu Santo la Buena Noticia cristiana.Este año hemos tenido como lema “Os daré un corazón nuevo”. Un corazón que late de nuevo con el pálpito de la gracia de Dios, que sabe dejarse sorprender por quien jamás nos aburre, por aquel ante quien no somos nunca extraños, que hace de nuestras lágrimas su propio llanto, brindando por nuestras alegrías con una sonrisa que nunca se acaba. Ese Dios cercano nos invita a entrar en su Corazón para encontrar ahí nuestro descanso, nuestro refugio y nuestra confianza. En este año jubilar dedicado precisamente a la esperanza que nos hace peregrinos, he podido releer la encíclica dedicada a la esperanza (Spe Salvi) que hizo Benedicto XVI en la que cuenta la conversión al cristianismo de una joven esclava africana sudanesa, Bakhita. Fue golpeada hasta llenar de cicatrices su piel tostada, fue abusada de tantas maneras por quienes sin piedad la esclavizaron. Pero entrando al servicio de unos diplo-máticos italianos cristianos, de pronto se encontró con Jesús, testimoniando que por primera vez tuvo esperanza: ante El yo no era una esclava. Dios me creó, me esperó, me amó. Es todo un recorrido el que hizo Bakhita: saber que su Creador la hizo a ella y no era fruto del azar, que esperó para encontrarse con ella fuera cual fuera su pasado, para al final declararle el amor eterno para el que esta joven mujer nació. De esta esperanza to-dos nosotros somos peregrinos y testigos en esta circunstancia de nuestra vida, a la edad de nuestros años y en la situación de cada cual. Hemos escuchado la Palabra de Dios de este domingo que nos proclama la Iglesia. Dios a través del profeta Isaías pronuncia una palabra de consuelo ante los errores repetidos por aquel pueblo que lo llevarán por derroteros de invasión y de exilio teniendo que deambular de acá para allá, sufriendo el acoso de los ocupantes de turno. Era el modo con el que Dios acompañaba a su pueblo humillado por sus pecados: «Llevarán en brazos a sus criaturas y sobre las rodillas las acariciarán; como a un niño a quien su madre consuela, así os consolaré yo, y en Jerusalén seréis consolados. Al verlo, se alegrará vuestro corazón, y vuestros huesos florecerán como un prado» (Is 66, 12-14). Son palabras de alegría y ternura, que hará cantar al salmista el mismo festejo al que animaba el profeta: «Fieles de Dios, venid a escuchar, os contaré lo que ha hecho conmigo. Bendito sea Dios, que no rechazó mi súplica, ni me retiró su favor» (Sal 65). Pero luego hemos escuchado el Evangelio. En el camino de subida de Jesús hacia Jerusalén, Él había enviado «mensajeros» (Lc 9, 51), no sólo para prepararle alojamiento a Él, sino también y, sobre todo, …
Leer más «Homilía de Mons. Jesús Sanz en la Misa de clausura JEMJ 2025»